miércoles, 12 de junio de 2013

ESPERAR LAS ELECCIONES PARA CAMBIAR O   CONSTRUIR UNA ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA, POPULAR Y ANTIIMPERIALISTA QUE  DISPUTE PODER A TRAVÉS DE LA REBELIÓN POPULAR


Por encima de las dificultades crecientes, el gobierno de Cristina K tiene su mejor aliado en la fragilidad fragmentación y oportunismo de una oposición burguesa, por derecha atada a las viejas recetas del ‘ajuste neoliberal’ y la represión de las protestas populares que saltaron por los aires en diciembre del 2001, y por izquierda “impregnada” de ese falso progresismo oficial que la deja sin libreto.
Así, en el presente, la facción kirchnerista de la gran burguesía argentina parece con mayor aptitud política en el terreno electoral.
Sin embargo, la imposibilidad legal para la reelección de Cristina Kirchner es un obstáculo importante. Al día de hoy no existe una sucesión visible, y tampoco debemos descartar que fuercen una situación política (no ‘legal’) que imponga, de hecho, un nuevo ‘pacto de Olivos’ a una oposición impotente. Con la reforma judicial no van solo por la claudicación total de la Corte o la impunidad de los funcionarios K, también exploran atajos por donde colar la continuidad presidencial.
Las mayores chances de la derecha en la oposición giran en torno a la interna peronista, en la que se anotan De la Sota, De Narváez, Moyano, Lavagna, y a la que busca colgarse Macri. En otro plano Scioli y Mazza continúan deshojando margaritas y se diluyen dentro del kirchnerismo.
Por el lado de la llamada centroizquierda (FAP, Proyecto Sur, etc.), su programa escasamente diferenciado del kircherismo, más allá de los discursos, y su apuesta parlamentaria y electoralera, les impiden acaudillar los reclamos populares que, en oleadas, eligen el camino de la acción en las calles, el paro y los cortes de ruta, la ocupación de organismos estatales y empresas. Lamentablemente un sector de la izquierda divide la confluencia en la bronca y objetivamente entra en las reglas del régimen donde se consuma la estafa.
Hacia dónde vamos
Una combinación de inequidad social, nichos de corrupción y un divorcio creciente entre los hechos y los discursos.
Estatales y docentes de todo el país encabezan la resistencia al ajuste en el sector público, junto a los trabajadores de la salud.
En 2010, los tercerizados del Ferrocarril Roca protagonizaron la lucha más exitosa contra la precarización laboral consiguiendo que más de 1.500 compañeros pasaran a planta permanente, a pesar del alto costo que significó el asesinato de Mariano Ferreyra a manos de la patota de Pedraza.
En el sector privado, a pesar de la dureza de las patronales, desde Kraft-Terrabusi a la línea 60 y en innumerables pequeños y medianos conflictos se sigue fogueando un nuevo activismo sindical combativo y antiburócratico.
De igual forma, la participación en la discusiones paritarias sin techos salariales como la de los otros reclamos obreros por mejores condiciones laborales, siempre se resolvieron en la calle  y vaticinan un protagonismo creciente de la clase trabajadores más allá de sus conducciones burocráticas.
La persistencia de fuertes organizaciones territoriales que escapan al control del oficialismo a pesar de los intentos de coptación o, cuando no funcionan, la represión y el desconocimiento de derechos, se hace sentir en cortes, piquetes y movilizaciones.
En la misma dirección transitan los reclamos por la tierra como en el Ingenio Ledesma de Jujuy, las comunidades qom de Formosa o los asentamientos en el conurbano bonaerense. Más de un plan de saqueo de nuestros recursos naturales debió posponerse ante el alzamiento de pueblos como los de Andalgalá, Famatina, Belén, Tinogasta y otros, pasando por encima de los compromisos del gobierno con la Barrick Gold y Osisko.
Por una salida política obrera y popular
Esta política antiobrera, antipopular, entreguista y de represión selectiva es la base objetiva que genera innumerables conflictos desde abajo que van mellando el “modelo” K y desnudando su demagogia “nacional y popular”.
A las consecuencias del ajuste sobre el pueblo y sus luchas, se le suman las divisiones internas del equipo de gobierno y las contradicciones con buena parte de sus ex aliados.
El terreno en que se dirime fundamentalmente la lucha que se viene, teniendo como antecedente la resistencia popular al ajuste y las injusticias. Las luchas espontáneas se producen en forma constante, la bronca expresada por la clase trabajadora y amplios sectores del pueblo en forma desigual o discontinua, encuentra su mejor ámbito para propiciar una política de construcción unitaria que encauce esa bronca en el sentido de la rebelión popular y no del recambio electoral.
Hoy se impone el debate que la crisis es estructural y por lo tanto lo que está en juego es un nuevo modelo de sociedad que no se puede realizar en los marcos del capitalismo dependiente y el control de los monopolios.
El alistamiento en las gateras electorales de las fuerzas políticas del amplio espectro, de derecha a izquierda, no encuentra eco en las masas toda vez que el conjunto del sistema parlamentario viene de mal en peor como resultado de sus medidas antipopulares o insignificantes respecto a las expectativas de cambios profundos.
No sólo no hay candidatos confiables sino que no cuentan con un proyecto superador que entusiasme a quienes están a la búsqueda de una alternativa para el país que viene. Cuanto más se vuelquen las masas a las calles más se deteriora el sistema democrático burgués, y es cada vez más difícil penetrar con el discurso de que hay que esperar las elecciones para cambiar.
El kirchnerismo, si bien logró enfriar parcialmente la situación abierta en 2001, no logró cerrarla por completo: con esta meta pendiente, el final del kirchnerismo no encuentra una clara línea de sucesión entre las clases dominantes. Se abre entonces para el campo obrero, popular, antiimperialista y para los luchadores en general un escenario en el cual plantear una salida en favor de los intereses de las grandes mayorías es una tarea posible e ineludible. Tarea que no se va a cumplir con vacilaciones ni medias tintas. No es posible avanzar hacia una salida popular sobre la base de la conciliación con los monopolios, ni en la búsqueda de una alquimia electoral con personeros de la derecha en la oposición, de la misma manera que es un error limitar las actuales tareas políticas a la mera denuncia en los marcos de esta democracia maniatada.
Hacia un frente político
En medio de este estado incierto de la dominación de los de arriba, el mejor camino para darle cauce a una alternativa de los de abajo es interviniendo para alentar la rebelión popular, buscando generar un nuevo quiebre de la situación en favor de los sectores populares y avanzar con una propuesta de construcción frentista, que tenga como norte la fusión de la política revolucionaria con sectores de vanguardia obrera y popular, que vaya más allá de la propuesta electoral de "votobronca" e "indignados" y que, frente a la claudicación de la izquierda reformista que hace de las “elecciones una cuestión estratégica”, intervenga por la positiva con un programa mínimo de salida para la crisis, que ayude a canalizar e impulsar el auge y la rebelión para desembocar en una fuerza que dispute el poder político en la Argentina.
Un frente político de todos aquellos que defendemos el programa de los trabajadores y el pueblo, contra el imperialismo y los monopolios, conformado por la izquierda revolucionaria, sectores combativos, democráticos y antiimperialistas, por la intelectualidad consecuente y por luchadores en general, que tenga el objetivo de orientar esas nuevas puebladas hacia el surgimiento de una Argentina verdaderamente popular y verdaderamente democrática. Cuyas formas signifiquen algo más que la simple participación resignada de un escrutinio que no cambiará nada, sino que afirme la instalación de nuevos delegados representativos y ejecutivos, con  mandato revocable inmediatamente traicionen o se enriquezcan de la función conferida, y cuya legitimidad se alimente en las asambleas y movilizaciones populares en curso; pero que también, por su contenido vaya en lo inmediato por un salario mínimo al nivel de la canasta familiar; un real congelamiento de precios y el 82% móvil para los jubilados; que no se entregue un peso más a los organismos internacionales de crédito y se pongan los fondos del Estado al servicio del bienestar popular y de la industrialización del país bajo control obrero, garantizando el trabajo para todos; que imponga la nacionalización de la banca, el comercio exterior y los recursos estratégicos, bajo propiedad estatal y control de los trabajadores y el pueblo.
Están dadas las condiciones suficientes para construir una alternativa verdaderamente democrática, popular y antiimperialista con eje en la clase trabajadora. La búsqueda de un proyecto de país cimentado en ese nuevo poder, que rompa con la dependencia y la opresión oligárquica, encuentra su fortaleza en el desencanto creciente del activismo político de avanzada y las masas populares en su conjunto, con el fraude electoral en ciernes y la complicidad de la clase política. A transformar ese desencanto en acción unitaria coordinada y de ofensiva en los distintos espacios, deben enfocarse los esfuerzos, evitando la vía muerta de la ya trillada y fracasada acción parlamentaria. Sembrando confianza en las propias fuerzas, en las perspectivas que se abren cuando los pueblos son protagonistas y  no delegan su futuro, como recuerdo imborrable de aquel 2001 o de aquellas expresiones insurrectas que en tiempos de crisis, como el Cordobazo de 1969, abrieron nuevas oportunidades. Hacemos nuestro también el actual llamado de miles de jóvenes y trabajadores europeos que invitan a pasar “de la indignación a la rebelión”.
Esta propuesta está encaminada, sobre el auge actual de luchas que se despliegan permanentemente en nuestro país, a orientar y encontrar una salida revolucionaria en medio de la crisis capitalista mundial, del imperialismo, más profunda y extendida que conoció la humanidad.
 Llamamos a debatirla fraternalmente apuntando a establecer la mayor coincidencia y amplitud, para una vez consensuada, ponerla en práctica.

Comisión Promotora del Frente Político

Difunde: redjauregui

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